Ocurrió hace veinte años: el sábado 2 de julio de 1994, el defensa
internacional Andrés Escobar caía asesinado de seis tiros en la espalda en el
estacionamiento de una sala de fiestas a las afueras de Medellín, su ciudad
natal. Diez días antes Estados Unidos había vencido a Colombia (2-1), apeándola
de la Copa del Mundo. El camino de la derrota lo abrió Escobar con un autogol,
en el minuto 33 de partido. Su muerte marcó el fin de la mejor época del fútbol
colombiano. Que coincide con los años de plomo del zar de la
cocaína, Pablo Escobar Gaviria. Sin el dinero del narcotráfico, Colombia jamás
se habría convertido en el mejor equipo sudamericano del momento ni aspirado al
Mundial. Francisco Pacho Maturana armó la mejor selección y el
mejor equipo de Colombia de todos los tiempos: Óscar Córdoba, Chonto Herrera,
Luis Carlos Perea, Wilson Pérez, BarrabásGómez, Valderrama, Leonel
Álvarez, Freddy Rincón, El Tren Valencia, Faustino Asprilla… y
Andrés Escobar. Hasta Pelé dio a Colombia como gran favorita para ganar la Copa
del Mundo de 1994. Hasta entonces Colombia no existía en el panorama
futbolístico internacional. Y para que éso sucediera en el fútbol colombiano
confluyeron dos factores: la existencia de una pléyade de jóvenes jugadores y
la entrada de dinero ilegal procedente del comercio de la cocaína. El presidente de la FCF, condenado por
enriquecimiento ilícito Capos de la mafia se hicieron con clubs
importantes de Colombia. Gonzalo Rodríguez Gacha, El Mexicano, con
Millonarios de Bogotá; Miguel Rodríguez, con el América de Cali; Pablo Escobar
Gaviria, con el Atlético Nacional y el Deportivo Independiente Medellín. El
narcotráfico era un pulpo que abarcaba todos los estratos políticos y sociales
de la sociedad colombiana y el fútbol no iba a ser una excepción. Juan José
Bellini, presidente de la FCF, sería detenido y condenado en 1995 por
enriquecimiento ilícito; en su casa encontraron un cheque del América de Calí.
Andrés Escobar Saldarriaga [Medellín, 1967-1994] representaba lo mejor del
pueblo colombiano. Con su humildad, nobleza y altruismo —se le conocía
como El Caballero de la Cancha—, se había ganado el cariño y
respeto de sus compañeros de equipo y de selección. Sobrio en las coberturas,
con una zurda potente y buen rematador de cabeza, reunía todas las cualidades
de un futbolista moderno. Además, tenía pegada. Su primer gol lo consiguió con
el combinado nacional en el antiguo estadio de Wembley, el 24 de mayo de 1988. Primer gol con la selección nacional en
Inglaterra Era la primera vez que Pacho Maturana
convocaba a Andrés Escobar, recién incorporado al Atlético Nacional para ocupar
la plaza del antioqueño Norberto Molina, un veterano defensa central curtido en
mil batallas en los años 70 que había jugado las eliminatorias para México 1986
y la Copa América de 1987. A Maturana, que compaginaba el cargo de
seleccionador con el de entrenador del Nacional, le llovieron las críticas.
Pero el gol de cabeza de Escobar sirvió para que Colombia empatara con
Inglaterra, y a él, para entrar en el Olimpo de los dioses del fútbol. Desde
aquel día Andrés Escobar se convirtió en un fijo. Pasó de promesa a
insustituible. Al año siguiente conquistaría con su equipo la Copa Libertadores
ante el Club Olimpia de Paraguay (0-2 y 2-0). El Atlético Nacional sería el
primer equipo colombiano en coronarse campeón de Sudamérica. El título se
decidió en Bogotá en la tanda de penaltis (5-4). El primero en chutar fue
Andrés Escobar. René Higuita, portero del Nacional, decantó la balanza en el
decimoctavo lanzamiento. Entre los espectadores que acudieron al estadio
Nemesio Camacho El Campín, se encontraba Pablo Escobar Gaviria. Escobar
asesinaría tres meses más tarde al candidato a la presidencia de Colombia, el
liberal Luis Carlos Galán. César Gaviria, su jefe de campaña, sería designado
su sucesor y quien ganaría finalmente las elecciones de 1990. Histórica ‘manita’ a Argentina en el grupo de
clasificación El presidente Gaviria se convirtió en uno de los mayores
soportes de la selección colombiana. Asistió al ochenta por ciento de los
partidos de clasificación y preparación del Mundial de 1994. Colombia se
clasificó primero de su grupo de la CONMEBOL sin perder ningún partido, sólo
encajaron dos goles: frente a Argentina (2-1) y Paraguay (1-1). Aunque para la
historia quedó la manita que le endosó a la bicampeón mundial
Argentina, el 5 de septiembre de 1993, en el estadio Monumental de Buenos
Aires, y un extraordinario gol de Freddy Rincón. Los argentinos, que no habían
perdido un partido como local desde hacía seis años, tuvieron que lograr el
billete para Estados Unidos en la repesca frente a Australia. Estadio Rose Bowl
de Pasadena, Los Ángeles, 18 de junio de 1994. Colombia abre el fuego frente a la
Rumanía de Stelea, Răducioiu y Hagi, éste último conocido en España por haber
militado en las filas del Real Madrid; tras el Mundial Răducioiu ficharía por
el RCD Espanyol y Stelea sería años después legendario portero de la UD
Salamanca. El técnico rumano Anghel Iordănescu en lugar de salir abiertamente
al ataque, espera atrás a los colombianos y a la contra, los destroza: 1-3. El
segundo, es una obra maestra de Hagi desde 35 metros. Aquel gol y el hecho de
que Rumanía se metiera en cuartos, llevó al Barça a hacerse con el
exmadridista. Maturana comunica al
equipo que está emenazado de muerte La derrota sumió a Colombia en una
crisis anímica y psicológica para la que el equipo de Maturana no estaba
preparado. Muchos apostadores colombianos habían jugado fuerte. Los narcos
amenazaron al combinado colombiano, conmocionado, además, por la muerte de un
hermano del defensa El Chonto Herrera en un accidente de
tráfico. Querían que alineara a sus jugadores para venderlos a buen precio
acabado el Mundial. El señalado fue el mediocentro Barrabás Gómez.
Horas antes del segundo partido contra Estados Unidos,Pacho Maturana
comunicó llorando a sus jugadores que todos estaban en peligro de muerte.
Aunque lo peor no fue el chantaje de los cárteles de la droga, sino que el técnico
se plegara a sus exigencias. Dejó fuera a Gómez —se retiró del fútbol después
de aquello—, y alineó a Herman Gaviria; y cambio a El Tren Valencia
por el delantero del América de Cali, Anthony de Ávila. Y llegó aquel fatídico
22 de junio donde se tenía que ganar sí o sí a los estadounidenses. Colombia
tuvo innumerables ocasiones para batir la meta de Tony Meola. Pero como en una
tragedia griega, donde no sólo participa el personaje, sino además el coro y
una serie de fuerzas externas, en una contra de Estados Unidos llegó el maldito
autogol. Andrés Escobar y el equipo cayeron en una angustia total. Las
autoridades colombianas pidieron a los integrantes de la selección que
extremaran las precauciones a su llegada al país. La misma semana del asesinato
Andrés Escobar había escrito en el diario El Tiempo de Bogotá:
“Por favor, que el respeto se mantenga y hasta pronto, porque la vida no
termina aquí”. De no haber sido asesinado, ése mismo año habría sustituido a
Franco Baresi en el AC Milán. Siete meses antes, en otro barrio de Medellín,
había caído abatido a tiros por la policíael patrón del mal Pablo
Escobar Gaviria. Y en Colombia muchos están convencidos de que de haber estado
vivo el otro Escobar, Andrés aún estaría vivo. La muerte de Andrés Escobar fue
una tragedia nacional. Marcó el fin de la mejor época del fútbol colombiano.
Que hoy, veinte años después y reverdece en Brasil 2014 al haber logrado
meterse en cuartos de final, la mejor clasificación de la historia de Colombia
en la Copa del Mundo.
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